O Memorándum de Cataluña á U.N. (1946)

El Gobierno Autónomo de Cataluña en el exilio, al dirigirse a la Subcomisión de la organización de las Naciones Unidas, competente para el estudio de la situación española, declara en primer término, que hace suyas las conclusiones dirigidas a esa Subcomisión por el Gobierno Republicano Español. Sin embargo, le corresponde presentar otras, específicas de su caso y determinadas por las características propias de su régimen autonómico, su economía y su cultura, sin que eso suponga la menor reserva en la estrecha colaboración que aporta el Gobierno Autónomo de Cataluña a la totalidad de la causa española, con la que está vinculada, en sus más recientes esfuerzos, tanto por la común legalidad como por las imperiosas exigencias de su deseo de liberación[1].

El odio aferrizado de Franco contra los tres mencionados elementos particulares de nuestro país, confirma, con nuevas matizaciones, que el discípulo, amigo y servidor de los criminales de guerra –así definidos por la conciencia internacional– los copia en sus concepciones y sus métodos, y que, no obstante y las concesiones efímeras en circunstancias urgentes y el persistente embrollo de sus negativas y falsas excusas, ese dictador se manifiesta, en cada instante, como enemigo irreductible de la paz. Su programa, en efecto, no es otra cosa que el predominio, en todas formas posibles, de la casta militar; y su esperanza, el sabotaje de la unión universal de las naciones, a la que todos aspiramos. Franco decidió rebelarse, una vez que fué autorizado y apoyado por los dos siniestros responsables de la segunda guerra mundial. Sus medios de persuasión fueron las armas y la técnica del terror, un terror frío y eternamente insaciable, la necesidad de su consolidación y sus ilusiones “imperialistas” exigían el triunfo de Hitler y Mussolini; y hoy, el respeto hacia su persona, de pura fórmula y con la que se combina el íntimo desprecio, no hace sino aumentar su odio hacia el pueblo, desesperado y hambriento. En siete años, le ha sido imposible curar, ni que fuese una sola, las innumerables heridas todavía abiertas y sangrantes en el cuerpo de España. Su único proyecto, su única obsesión es maniobrar hasta el fin para hacer nacer alguna enemistad, alguna división, algún conflicto entre los vencedores de ayer.

Franco decidió rebelarse, una vez que fué autorizado y apoyado por los dos siniestros responsables de la segunda guerra mundial. Sus medios de persuasión fueron las armas y la técnica del terror, un terror frío y eternamente insaciable, la necesidad de su consolidación y sus ilusiones “imperialistas” exigían el triunfo de Hitler y Mussolini; y hoy, el respeto hacia su persona, de pura fórmula y con la que se combina el íntimo desprecio, no hace sino aumentar su odio hacia el pueblo, desesperado y hambriento.

 

El pueblo de Catalunya es profundamente republicano. Dió de ello pruebas en su adhesión constructora a aquella esperanza provocada por la proclamación de la República en 1931, y en la epopeya trágica que fué, en 1936, ensayo general de la destrucción de Europa. Pero aun antes de estas manifestaciones, compartidas con todo el pueblo español, los catalanes ya guardaban en su espíritu, desde siglos ha, el sentimiento liberal y democrático. La proclamación de la República en 1931 no había sido, para ellos, una innovación, sino el desarrollo lógico y natural de sus tradiciones más queridas. Tres veces había luchado Cataluña, ella sola, contra los reyes absolutos, y las tres veces había adoptado legalmente el régimen republicano. Catalanes ilustres figuraron entre las personalidades más destacadas delas Repúblicas Españolas de 1873 y 1931. Era, pues, bien natural, que Franco mostrase odio particular contra un pueblo al que bien sabía su enemigo falta e irreductible, y que en veinticuatro hora había ahogado y aplastado el ensayo de rebelión de sus amigos y cómplices.

El pueblo de Catalunya es profundamente republicano. Dió de ello pruebas en su adhesión constructora a aquella esperanza provocada por la proclamación de la República en 1931, y en la epopeya trágica que fué, en 1936, ensayo general de la destrucción de Europa.

La energía catalana, que después de medio siglo de luchas políticas había obtenido durante la República el reconocimiento de sus instituciones, estaba u está todavía animada por dos estímulos bien poderosos: nuestra lengua propia, signo de su personalidad, instrumento de cohesión y vehículo de una cultura, no encerrada, sino abierta de par en par a lo universal; y su economía industrializada, ensambladora de población activa y difusora de considerable prosperidad.

Veamos ahora las actitudes adoptadas por Franco contra Cataluña en sus tres elementos de fuerza vital: autonomía, cultura y economía.

 

 

CONTRA LA AUTONOMÍA

I.- Abolición del Estatuto Autonómico que tenía en su base un plebiscito en que que votó a favor de la autonomía el 75 % del Censo.

II.- Anulación de todas las leyes votadas por el Parlamento de Cataluña.

III.- Anulación de todas las sentencias y la doctrina legal del Tribunal de Casación de Cataluña.

IV.- Intentos repetidos de desnaturalización de la base étnico del país, por expulsión o substitución de diversas categorías de habitantes e introducción sistemática de nuevos ocupantes.

V.- Disminución considerable de la participación de los catalanes –hasta en comparación con los precedentes del tiempo de la Monarquía– en la administración del país, así como también de la calidad y lealtad de los participantes.

 

CONTRA LA CULTURA

I.- Proscripción absoluta de la lengua catalana: idioma, desde la Edad Media, con prerrogativas diplomáticas y políticas, en la que escribió Llull los primeros libros de filosofía aparecidos en cualquier idioma vulgar; y las obras más destacadas modernas, que han sido traducidas a las literaturas más importantes; cuyas virtudes, riqueza y destino enalteció el más grande de los críticos españoles, Menéndez y Pelayo.

II.- No hay libros ni diarios catalanes, porque la censura no los autoriza nunca.

III.- Está prohibido dar conferencias, cursos o representaciones escénicas en lengua catalana.

IV.- La violencia falangista hizo suprimir todos los rótulos catalanes en tiendas y comercios.

V.- Los Ayuntamientos impuestos han cambiado los rótulos catalanes de las calles.

VI.- Inducidos por el Dictador, los Obispos expulsaron a la lengua catalana de las Iglesias.

VII.- Ha sido suprimida la Universidad Autónoma de Barcelona.

VIII.- Ha sido suprimido el Patronato escolar.

IX.- El “Institut d’Estudis Catalans”, centro principal de la cultura catalana, cuyo representante fué en Bruselas, Presidente de la Unión Académica Internacional, no puede reunirse ni actual.

X.- Los archivos, bibliotecas y museos han sido saqueados: a) por precaución política antiliberal; b) por robo; c) por odio a la presencia de las letras y la ciencia catalana, que ha conducido a la persecución de las tres modernas traducciones de la Biblia, de las ediciones de autores clásicos griegos y latinos con traducción acarada al texto original, de Shakespeare y el Dante, interpretados en la lengua abominada.

Cabe advertir que estos actos incalificables se han consumado en bibliotecas y colecciones, no solamente públicas, sino particulares, que representan en su conjunto una riqueza considerable.

 

CONTRA LA ECONOMÍA

I.- El mismo Franco, en el Congreso Industrial Sindical de Madrid (1945) declaró que era necesario una descongestión de la “grande y peligrosa concentración industrial” de Cataluña. Peligrosa, naturalmente, para él y sus propósitos. Ya antes de su mencionada frase, se había procedido al traslado a otros lugares de industrias y utillaje, al envío de obreros catalanes especializados a comarcas lejanas, sin que todo ello respondiese a principios o métodos de economía planificada, sino solamente al deseo de reducir y debilitar a Cataluña.

II.- Transferencia obligatoria de obreros recién llegados a Cataluña (exigidos por el volumen de las exportaciones a Alemania) durante la segunda Guerra Mundial.

III.- En este período pareció conveniente combinar con los métodos referidos –incapaces, por otra parte, de resultados absolutos– la explotación parasitaria de la industria catalana. Cada fábrica tuvo que conseguirse un general, un coronel, etc., que la favoreciese. Los falangistas y los denominados “ex combatientes” se incrustaron, sin necesidad de acreditar su competencia, en los lugares más importantes, con la mano extendida al soborno.

IV.- Facilita estos abusos un sistema esclavizador y corruptor de la vida industrial, de mallas estrechas, ahogadoras, de reglamentación económica y de un régimen medieval para la concesión de licencias.

V.- El uso forzoso de la inmoralidad parece también, por sus efectos, concebido para desfigurar lamentablemente una economía que era de las más sanas del mundo, basada esencialmente en la actitud para trabajo y las virtudes artesanas del talento y la honradez.

V.- Se ha perdido una apreciable medida de unidad social, antes conseguida. La mayor parte del pueblo catatán había gozado, en grados diferentes de bienestar, sin grandes extremos desequilibrados de riqueza e indigencia. Hoy existe una minoría de multimillonarios, para quienes no hay problema, y una mayoría, que comprende diversas antiguas categorías sociales reducidas a una indigencia cada día más grave.

Como se ve, pues, dadas las características de la dominación franquista en Cataluña (dejando de lado, deliberadamente, los conocidos malos tratos a los detenidos políticos, los asesinatos y las torturas, así como también las litas de actos de expoliación y abusos de toda clase), el dictador hizo suya la frase famosa de un rey degenerado: “Delenda este Catalonia”. Esos ejercicios le parecían precaución necesaria, y la más útil de todas, para la destrucción de las esperanzas democráticas en todos sus dominios. Porque de España, como dijo Napoleón, Barcelona es la llave, cuna de las más grandes riquezas de la península, capital de la tierra fronteriza que más relaciones activas tiene con Francia y el resto de Europa. Y de sobra conocida es la suerte de los lugares estratégicos que son puerta de países ricos, en hora de grave inquietud, de régimen tiránico, de descomposición bajo apariencias todavía erguidas. Si Cataluña fuera borrada del mapa político y étnico, en último término se levantaría en su área, no ya el poder efímero, precario, de los aventureros militares, tan incapaces como delincuentes, sino la práctica servidumbre de los españoles, por potencias extrañas. Si a Franco se le permite que consuma su obra, España podrá llegar a ser un campo de cruenta competencia internacional.

Como se ve, pues, dadas las características de la dominación franquista en Cataluña (dejando de lado, deliberadamente, los conocidos malos tratos a los detenidos políticos, los asesinatos y las torturas, así como también las litas de actos de expoliación y abusos de toda clase), el dictador hizo suya la frase famosa de un rey degenerado: “Delenda este Catalonia”.

 

Otro peligro es el de la violencia de la tensión pública, que crece, indudablemente, en todos los malaventurados dominios del general Franco, pero de manera más evidente y con mayor peligro en el pueblo de Cataluña, tan industrializado. Sería algo funesto, que se aplazara el único remedio pacífico: el retorno a la legalidad, revestida de adicional prestigio por la amistad y asistencia de las Naciones Unidas. Existen ya muchos motivos de descontento en el mundo mediterráneo, y sería política mal meditada permitir que, además, se agravasen en lugares intensos del “imperio” de Franco, las actuales circunstancias. ¿Hay alguna nación que desee, entre nosotros, una crisis violenta, capaz quizás de repercusiones imprevistas? Toda explosión es invasora de espacios.

Hay que añadir, para acabar, que Cataluña ha sido y es un mirador excelente para hacerse cargo del carácter internacional, que desde el primer momento, revistió el conflicto español. Durante la guerra civil, fué atacada por aviones italianos procedentes de Italia y de las Baleares, y por aviadores alemanes, procedentes de los aeródromos de que Franco disponía en la frontera con Francia, y que se hallaban a disposición exclusiva de los aviadores nazis. Toda la España libre, al verse congestionada en los últimos tiempos de la República, en la Cataluña septentrional pregonaba que las depresiones británica y francesa de los tiempos de Neville Chamberlain y Daladier, presagiaban, como así fué, una calamidad mundial nunca vista. Y ya cautiva de sus propios lugares, Cataluña vió llegar el asesinato, en una fortaleza famosa, de su Presidente, elegido y reelegido por sufragio: Luis Campanys, entregado por la Gestapo a Franco. Y así los catalanes han aprendido de primera mano, cuán gran verdad es la afirmación de que la paz es una e indivisible.

Y ya cautiva de sus propios lugares, Cataluña vió llegar el asesinato, en una fortaleza famosa, de su Presidente, elegido y reelegido por sufragio: Luis Campanys, entregado por la Gestapo a Franco. Y así los catalanes han aprendido de primera mano, cuán gran verdad es la afirmación de que la paz es una e indivisible.

Y su gobierno legítimo acude a exponer lo que le ha enseñado la experiencia; y ante esa honorable Subcomisión de encuesta del problema español, no puede sino poner alerta a esas naciones en contra de lo que significa una primer evidente grieta en la paz. Porque a su alta empresa desea larga y próspera fortuna, y no que ninguna grieta, seguida de unas cuantas más, imponga, como en Ginebra, el abandono del edificio. Ciertamente, del nuevo espíritu, templado por tan nuevas y considerables pruebas, nos queremos ahora prometer que nadie querrá, en ninguna manera que la felicidad o la seguridad o un acuerdo pasajero entre las naciones se apoye en la injusticia cometida contra una de ellas.

 

El Presidente de la Generalidad de Cataluña

JOSÉ IRLA

París, 11 de mayo de 1946

 

Publicado en Murguía, Revista Galega de Historia nº37.

Nas mellores librarías do país!

[1] Texto publicado orixinalmente na revista Galeuzca nº 11 ( Bos Aires, xuño de 1946) . Transcrición fiel ao orixinal de Prudencio Viveiro Mogo.

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